LA MÚSICA Y SU DECIR CONTEMPORÁNEO
Ernst Bloch comentaba hace unos decenios que la música era el camino «hacia la efectividad ética». Es así como puede definirse el papel de un arte que cuenta con una posibilidad tecnológica que ha abierto las sendas a nuevas expresiones. Pocas veces la música ha formado una alianza tan estrecha con el pensamiento y ha dado una expresión tan acabada del sentir de nuestro tiempo.
La música es quizá el arte que mejor ha encarnado la desestructuración social habida en Occidente, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XX y en coincidencia con la finalización de la Segunda Guerra Mundial. A partir de entonces la búsqueda de nuevos lenguajes ha sido una constante, lenguajes que plantean y tratan de explicar una nueva conciencia sometida a una continua contradicción no exenta de tintes nihilistas, tan propios de la postmodernidad que ha conducido a una pérdida de la conciencia histórica y un neoconservadurismo e individualismo extremos. A partir de la ruptura tonal de Arnold Schönberg, pero muy especialmente a través de las composiciones del considerado padre de la música contemporánea, Anton Webern, la música ha tomado distintos y audaces caminos, todos ellos dirigidos a la comprensión de la conciencia solitaria instaurada en la Europa de postguerra y en su continuidad en el siglo XXI.
Pocas veces la música ha formado una alianza tan estrecha con el pensamiento y ha dado una expresión tan acabada del sentir de nuestro tiempo: desorientación, soledad, incomunicación, búsqueda, experimentación. La música y su decir contemporáneo recoge la realidad de esta situación. El hecho de que la música, a través de su repertorio más novedoso, haya descrito fielmente la ruptura de una época, la legitima como una de las protagonistas más avanzadas en sus propuestas. Porque “escuchar” hoy la música de nuestros días significa estar abierto a nuevos espacios sonoros, espacios que se abren en nuestra imaginación y crean nuevas realidades acústicas que amplían nuestra mente.
Es cierto lo que comentaba Ernst Bloch hace unos decenios: que la música era la senda “hacia la efectividad ética”. Es así como puede definirse el papel de un arte sonoro que cuenta con una posibilidad tecnológica que ha abierto camino a nuevas expresiones, sin olvidar, sin embargo, el uso de los instrumentos convencionales, pero, ahora sí, utilizados técnicamente de una manera muy distinta a como se había hecho hasta mediados del mencionado siglo XX. Esto significa que asistimos al nacimiento de nuevos sonidos, que es tanto como aceptar que su lenguaje está destinado a una conciencia y un mundo nuevos.
Los Encuentros acogen a son personalidades centrales de la música contemporánea, maestros de renombre mundial que han dejado tras de sí un pensamiento musical y una manera de entender la composición. Junto a ellos están los jóvenes y más avanzados compositores del momento, que ya cuentan con una proyección internacional. Asimismo, se han programado debates, diálogos, talleres e instalaciones sonoras capaces de ofrecer conceptos acústicos desconocidos y, por eso mismo, de apertura.