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PREGUNTAS EN TORNO A LA TECNOLOGÍA

La irrupción tecnológica, que hoy vive un proceso de aceleración sin precedentes, ha llevado a reformularlo todo. Es legítimo preguntarse si las formas de vida, que están siendo modificadas por el control cibernético, la relación con el trabajo, los medios de producción, el acuciante problema ecológico, también el demográfico, son refractarios al sentido de la ética, que es el cimiento de toda sociedad. 

La irrupción tecnológica, que en el siglo XXI vive un proceso de aceleración sin precedentes (inteligencia artificial, robótica, virtualidad), ha llevado a reformularlo todo: la propia civilización, sus formas de vida, que están siendo modificadas por el control cibernético, las solapadas estrategias de una guerra invisible, la relación con el trabajo, los medios de producción, la globalización, el acuciante problema ecológico, la reorganización de las ciudades, la renovación del concepto demográfico, el pensamiento posthumanista, el arte, el sentido de la libertad. 

¿Puede decirse que estamos en un momento fundacional? ¿Somos testigos del comienzo de una nueva era que ya no está en el horizonte, sino aquí mismo, en nuestro espacio inmediato: el de la cotidianeidad? ¿O no es tanto así? Se ha hablado del final del Humanismo, que es lo mismo que decir dar por finiquitados los valores impulsados durante la Ilustración y herederos del Renacimiento. Sin embargo, las Preguntas en torno a la tecnología plantean el problema que representa una cultura monotécnica (que supone, quiérase o no, una nueva colonización, esta vez de mano de la tecnología), así como el peligro de la instauración de una idea única y, por lo tanto dominante, tras el trayecto, en teoría concluido, que puede resumirse en itinerario siguiente: Premodernidad-Modernidad-Posmodernidad. 

Ahora bien, las ideas universalistas, las ideas globales, siempre han tenido un oscuro origen y una oscura deriva. La manipulación del futuro como proyecto político, como enseña de imposición y automatización del dominio sobre los pueblos, comporta una erosión ética de difícil reparación. De ahí la idea de Yuk Hui, filósofo e ingeniero computacional, expuesta en lo que denomina «cosmovisión», que consiste en fragmentar la idea de futuro y situar en su justo medio la que considera una fantasía transhumanista.

  Cada país, cada cultura, necesita construir su propio futuro, su propia evolución, su tiempo, porque “no existe un único patrón tecnológico universal”. Esto no significa oponerse a la inteligencia artificial ni a los avances científicos, al contrario, se trata de racionalizarlos y no dejarlos al albur del poder y las oligarquías. Para debatir esta realidad se dan cita prestigiosos filósofos y sociólogos, pertenecientes a distintas generaciones aunque unidos por el riguroso estudio de la relación entre la tecnología y la cultura.

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