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PROTOCOLECTIVO

Protocolectivo es un colectivo artístico creado en 2018 y afincado en Pamplona-Iruña cuya principal línea de trabajo es prototipar arte. Su práctica artística explora diferentes disciplinas en formatos de instalación, investigación y exposición. Los últimos años el colectivo se ha centrado en la experimentación y materialización sonora con su proyecto «Resonancias, una simulación del contacto».

El carácter procesal de su práctica y experimentación ha concluido en diversas publicaciones que registran sus prototipos sonoros en Contact Simulation Essays I y II (2022); Ekoiztu, Essays III (2023); Relatovismo, Una simulación del contacto (2023); Ekoiztu: Una simulación del contacto IV (2024); y Sistema de partituras expositivas para prototipos resonantes (2024), este último englobado dentro de la exposición colectiva Bat Bitan, comisariada por Xavier Erkizia.

El colectivo ha sido beneficiario de las Becas de Ayudas a la Producción de Artes Plásticas de Centro Huarte, en colaboración con el Departamento de Cultura del Gobierno de Navarra, con su proyecto Relatovismo (2020) y las ayudas a la investigación artística Ekoiztu (2023). Además, participó en la edición 2021 de Landarte, cultura y ruralidad con su proyecto Descamino. Como colectivo ha realizado exposiciones individuales en Centro Huarte (Relatovismo I, 2020), en la Sala de armas de la Ciudadela (Relatovismo II, 2023), así como muestras colectivas e itinerantes como Bat Bitan (2024) y performativas como Natura Elektronikoa (2024) a través de la Fundación Kutxa.

Plantar una voz

La propuesta Plantar una voz es una instalación que une sonido y proyección, explorando los límites de la resonancia como forma de simulación del contacto.

La pieza, en línea con los últimos prototipos sonoros del colectivo, se presenta como una instalación formada por estructuras sonoras de bastidores construidos con planchas de espejo a modo de pantallas reflectantes. A través de esta composición de bastidores reflectantes, sistemas de resonancia y proyecciones, se despliega una experiencia que interpela las relaciones entre vibración, voz, memoria y presencia.

Plantar una voz es un ensamblaje que vibra, brilla y golpea. La instalación se presenta como un espacio de tensión entre lo visible y lo audible, entre la cercanía y la distancia, entre lo que parece estar en contacto y lo que, inevitablemente, se nos escapa.

Esta instalación nos invita a habitar el lugar del espejo, del eco, un lugar de desdoblamiento y alteridad que desafía las categorías de presencia y ausencia, de comunicación y aislamiento. Un lugar donde el peso de lo invisible encuentra su forma. Estos espejos vibrantes, activados por un sistema de micrófonos y altavoces de contacto, se convierten en superficies resonantes que generan un diálogo entre la materialidad de las vibraciones sonoras y las imágenes proyectadas que las atraviesan.