El arte es un lenguaje simbólico en el que reconocernos: en las formas desvelamos el origen, el pasado que nos asiste mientras contemplamos el ahora. Podemos entenderlo como una disfuncióndel tiempo, tal vez como su repliegue, porque lo originario, lo anterior, está contenido en el devenir, que no es lineal. No importa la disciplina, no importa el material utilizado, si es el pigmento, el bronce, la piedra o un haz digital el que formula, a través de las formas, la existencia humana. Refutada la metafísica por una buena parte de la filosofía del siglo XX, una de las funciones del arte actual es pensar, desde esta refutación, un lenguaje de por sí trascendente, como es el suyo por naturaleza. He aquí la contradicción a resolver entre lo real y lo intuido.