Una literatura sin vuelta de hoja es aquella que no deja de preguntar por lo que somos, por el destino humano que a menudo vive escindido entre la memoria y el devenir. La ficción es el término medio que se instaura en este complejo equilibrio de la evocación y el desvelamiento de un mañana intuido. El fruto de esta confrontación es necesariamente radical, el solo capaz de desnudar la existencia.