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Un super sábado cargado de ovaciones

El penúltimo día de los Encuentros comenzó con la conferencia de la escritora activista feminista Sara Ahmed, a la que recibía una sala llena de un público expectante. Acompañada por la escritora española Noelia Adánez, Ahmed nos presentó una figura con la que la mayoría del público se sintió identificado, la feminista aguafiestas, en inglés killjoy feminist, una actitud identitaria de las personas que no se callan ante las opiniones o actos que violentan la existencia de los géneros disidentes, el machismo o el racismo.

“Denunciar es ser una aguafiestas en activo” aseguró Ahmed, evocando los espacios y situaciones en los que las feministas han sido acusadas de iniciar disputas, levantando la voz para cuestionar unos ideales que no respetan la existencia de todo por igual y que nos desacreditan. Esto es precisamente lo que recoge su Manual de la feminista aguafiestas, una guía de recursos prácticos para la militancia cotidiana.  La conferencia finalizó con una gran ovación del público, que salía emocionado al encontrarse en un espacio de hermandad en el que dejaba de ser una feminista aguafiestas por unos momentos.       

Se puede llegar a pensar en observar aquello que no vemos desde la ciencia pero también desde el arte como elementos complementarios para plantear las grandes preguntas. Así lo expusieron Mónica Bello, historiadora del arte y responsable del programa artístico del CERN y el físico Juan José Gómez Cadenas que como explicó, lleva toda la vida dedicado al estudio de los neutrinos, partículas necesarias para que la formulación de la conservación de la energía se mantenga.

Una partícula sin embargo invisible, sin masa, sin carga, sin ni siquiera capacidad de interacción con la materia, lo que es un reflejo de la mente humana y su necesidad de búsqueda de respuestas. Ahí entra el papel del artista, como explicó Bello, para plantear respuestas a las preguntas para las que la ciencia no tiene respuesta. Pero como mensajeros del universo, auténticos unicornios en el sentido de Rilke, sin ellos sin los neutrinos, como afirmó Juan José Gómez Cadenas no estaríamos aquí. De aquí que ciencia y arte las cuestiones más profundas y tengan que ser capaces de ir más allá, de imaginar lo invisible, incluso lo aparentemente imposible con pasión.

El encuentro que cerró la tarde del sábado entre la escritora y periodista Marta Peirano y la economista Hélène Tordjman, vino a postularse contra la afirmación de que la tecnología siempre nos salva, siempre nos impulsa hacia adelante.  Como ejemplo se habló de la Inteligencia Artificial, una tecnología que consume una cantidad desmesurada de recursos, como la energía y el agua, y que se nos plantea como capaz de solucionar todos nuestros problemas , pero paradójicamente también, de destruirnos si se alcanza la llamada singularidad, es decir si llega a ser tan inteligente como el propio ser humano.

Sin embargo, ambas pensadoras destacaron que ante crisis existenciales como la climática, más tecnología nunca puede ser la solución. Si se siguen las dinámicas del pensamiento neoliberal, en el que todo se monetiza y tiene un valor, avanzaremos hacia un mundo en el que la naturaleza entera tendrá un precio, incluso elementos tan imprescindibles para la vida como el oxígeno.  Frente a esto, son necesarias acciones a todos los niveles, que impliquen un auténtico cambio de vida y de consumo y que creen solidaridad desde la base; creen lazos colectivos de ayuda entre personas, que respeten además la naturaleza.

La jornada finalizó con el acto de Gandeia, un trio de piano, violín y txistu que, junto a la cantante Raquel Andueza y danzaris del Baztán ofrecieron un espectáculo único en el que la tradición y la contemporaneidad se entremezclaban de forma armoniosa. Acompañados por las melodías de Gandeia, los danzaris presentaron danzas en los que la tradición vasco-navarra guiaba los pasos, completando una representación aclamada por el público.